«Cuando tenemos que volver a algo que no nos satisface, el síndrome se puede complicar y mucho», afirma la psicóloga.
Eider Pascual – 1 de septiembre de 2023 (15:44 CET)
Con la llegada de septiembre y el final de las vacaciones, llega la vuelta al trabajo, ese cambio brusco que para muchos se hace cuesta arriba. Ahí es cuando llega la depresión-postvacacional. Un síndrome no catalogado como enfermedad, que representa un conjunto de síntomas que padece un trabajador al incorporarse a su puesto de trabajo tras las vacaciones.
La psicóloga clínica Sonia Rigol, que lleva ejerciendo once años en Lanzarote, nos adentra más en profundidad en este síndrome. «Cualquier persona puede padecer la depresión-postvacacional», apunta a La Voz. «Aunque hay un perfil determinado de personas que pueden tener más vulnerabilidad», reconoce. «Las personas que tengan un trabajo más estresante o una mayor carga familiar van a estar más predispuestos», añade la psicóloga.
«Las personas que tengan un trabajo más estresante o una mayor carga familiar van a estar más predispuestos»
Este síndrome se manifiesta mediante síntomas identificables mayormente a nivel físico y mental. El cansancio generalizado, dolor muscular, la alteración del sueño y el apetito, falta de motivación y energía, tristeza, dificultad para concentrarse y la apatía, son algunos de ellos.
«Suele durar entre dos o tres días, alcanzando su pico a los 21 días», asegura Rigol. «El periodo en el que el cuerpo tarda en adaptarse al cambio», explica. «Cuando se tienen que volver a adquirir los hábitos y la rutina, tras ese tiempo de relajación en el que estamos en vacaciones», afirma.
Cuando el síndrome pasa de esos veinte días, dejando de lado lo que se considera «normal» y se «alarga en el tiempo», en ese momento, «habría que buscar ayuda psicológica», recomienda la psicóloga. «Es recomendable solicitar ayuda», ya que ese problema «está enmascarando otros que condicionan la vida diaria y se tiene que buscar más allá», aconseja.
Si se mantiene en el tiempo y el «cuerpo no consigue adaptarse a la nueva situación», puede «aparecer la ansiedad generalizada», desvela.
«Si se mantiene en el tiempo puede aparecer la ansiedad generalizada»
La profesional de salud mental detalla algunos de los trucos que ayudan a pasar mejor esta depresión tras las vacaciones. «No incorporarse al puesto de trabajo un día después de volver de vacaciones, volver unos días antes para acostumbrar al cuerpo», apunta. «Normalizar el horario de forma progresiva, empezar a instaurar la rutina con anterioridad y respetar los horarios de sueño», añade.
«Volver a recuperar los hábitos alimenticios y el ejercicio físico», y, además, «empezar por las tareas más pequeñas que se tengan pendiente», puntualiza. En los trabajos que existe una carga excesiva, «aprender a priorizar, hacer un planning para alcanzar los objetivos, y que así, no nos sobrepase», aconseja.
En cuanto a los motivos por los que puede aparecer destacan la edad, el género y la profesión. «A más edad más cargas tenemos, tanto familiares como laborales», destaca. «A partir de los treinta este síndrome se incrementa», asegura.
El dato que más llama la atención es que las «mujeres son quienes más lo padecen». La razón principal es que «llevan más carga en el ámbito doméstico», confiesa. En cuanto a las profesiones, hay algunas que «generan más estrés que otras», lo que hará que algunos profesionales «puedan padecerlo de forma más habitual».
«Las mujeres son quienes más lo padecen, ya que llevan más carga en el ámbito doméstico»
«Un mal ambiente laboral y la imposibilidad de conciliar la vida profesional y personal es un gran desencadenante», confirma. «Cuando tenemos que volver a algo que no nos satisface, el síndrome se puede complicar y mucho», añade.
Síndrome vacacional
El síndrome contrario también puede aparecer en el periodo vacacional. Denominado el ‘Síndrome vacacional’, un estado mental en el que no podemos desconectar del trabajo ni durante las vacaciones. «Nos obliga a ser superproductivos, sin ser capaces de bajar esa exigencia tan alta que tenemos», recoge Rigol.
Se manifiesta con pequeños detalles, “sensación de no poder desconectar, no parar de revisar los mails, el teléfono, etc.», comenta. «Un estado de inquietud se puede también trasformar en ansiedad», añade.
«Sensación de no poder desconectar, no parar de revisar los mails, el teléfono, etc.»
Es importante «no olvidarse de la salud mental y darle importancia», pero «no solamente cuando se complica», manifiesta. «He tenido casos de pacientes que a raíz del clima laboral sufren este síndrome, el que se ve después agravado con la ansiedad y el estrés», concluye.